Estudio del Ego I

Vuelvo a mirarte aún. Y eres el mismo
milagro de ternura y egoísmo,
triste y feliz, eterno y pasajero,
(…)

Extracto de «No sé si espero, amor, ni si te espero…«, de Julia Prilutzky.

Después de otra de esas pausas en el blog os traigo el primer boceto de un proyecto que tengo en mente. Será una serie de trabajos relacionados con el «Ego» ,tanto psicológico y filosófico, como físico, y todo lo que este término conlleva. Un viaje tanto por dentro, como por fuera de mí. No es fácil definirse con una imagen, ni siquiera con palabras, porque no es fácil definirse a uno mismo, pero necesario intentarlo durante toda la vida. Los versos del extracto del poema de Julia Prilutzky que véis arriba creo que me definen en algunos aspectos. Me vuelvo a ver y veo en mí las mismas virtudes y defectos, ya que unas no existirían sin los otros. Cuesta reconocerlo, pero dar ese paso es fundamental para crecer, sobre todo como persona. Intentando abordar los opuestos del ser, del creer ser de una forma y posteriormente darnos cuenta de que estamos haciendo lo contrario en un situación determinada. La autocrítica del ser, el amor propio que a veces me otorgo y el odio que en otras ocasiones merezco. Esa lucha interior entre lo que queremos creer de nosotros mismos y lo que realmente somos. Porque nadie es perfecto, y mucho menos yo.

En referencia al dibujo es, evidentemente, un autorretrato de perfil, realizado a lápiz. En este enlace podéis verlo, si queréis, más grande. Es todo por hoy, iré subiendo más cosas sobre este proyecto a medida que las vaya haciendo, además de otros trabajos que vaya terminando. Os dejo, como viene siendo usual, con una canción que gusta mucho y pertenece a la banda sonora de una película que recomiendo a todo el mundo. La película es «Waltz with Bashir» («Vals con Bashir») y la canción «Lay Me Down», de Pablo Blaqk. Un saludo y hasta la próxima.

David

María Retrato

El alma que puede hablar con los ojos,

también puede besar con la mirada.

Extracto de la Rima XX, Gustavo Adolfo Bécquer.

Últimamente no tengo tanto tiempo para hacer muchas cosas nuevas, primero, por el trabajo, y segundo, porque estaba totalmente centrado en el retrato que veis arriba. Es un retrato para mi novia, María, protagonista de algunos post anteriores. Fue un regalo para su cumpleaños hace un par de semanas, pero pasa lo de siempre, creer que lo has terminado y seguir viendo cosas que puedes mejorar, por eso tardé más de la cuenta. Sé que es imposible que quede perfecto, porque todos sabemos que no existe tal perfección, pero quería esforzarme al máximo por ella, porque se lo merece. Este es el resultado final. Tiene un tamaño algo superior al convencional A3, es de 32,5 x 46 cm. sobre papel de 150 g/m². Está hecho totalmente con lápices de grafito de diferentes durezas. Hacía tiempo que no me ponía con un retrato tan grande, pero hacerlo sigue siendo tan gratificante como antes. Espero poder seguir haciendo retratos de este tamaño, aunque vaya despacio, para seguir practicando.

Como siempre os dejo este enlace para poder ver el retrato más grande y así apreciarlo mejor. Dentro de unos días volveré con algo nuevo, seguro. Mientras tanto le dedico una canción a esa mirada que tantas veces me mirado y que no quiero dejar de mirar.

David

El niño que creció demasiado rápido

A veces pienso que todo lo que he vivido ha pasado demasiado rápido. Un pestañeo es lo que vivimos, un tesoro lo que recordamos. Hablo de esa impresión que tengo de cómo el tiempo se evapora. Probablemente esa impresión es más abrumadora porque no recordamos cada día de nuestras vidas, sólo momentos puntuales. Estoy seguro de que no me pasa a mí sólo, y que muchos y muchas os sentiréis igual. Quién no ha dicho alguna vez… ¡Cómo pasa el tiempo!

Al ver la foto del señor que aparece en la ilustración, una foto que saqué hace un año en A Coruña, pensé, en qué estaría pensando este señor en ese momento, sentado solo en un banco. A lo mejor en su pasado. Se recordaba cuando era un niño y jugaba al escondite, o quizá no pudo jugar, tal vez necesitó trabajar por culpa de una guerra. En su primer beso o su primera novia. No lo sé con certeza, podría ser cualquier cosa, pero de lo que sí estoy seguro es que pensó haber crecido demasiado rápido. Por eso lo llamé «El niño que creció demasiado rápido», porque quizá siga él siendo un niño y seamos nosotros los que lo vemos como un anciano.

El dibujo está hecho totalmente a mano en el Moleskine, con tinta, y el color con lápices de madera. Después lo escaneé y utilicé Photoshop para hacer el fondo y el texto. En este enlace podéis verlo algo más grande. Para acompañar la imagen os dejo una canción que personalmente me gusta mucho y tiene bastante que ver con la idea principal de la ilustración. Enrique Bunbury, «Porque las cosas cambian». Un saludo y hasta la próxima.

David